Este fin de semana el periódico El Mundo publica una extraordinaria entrevista con Miguel Krauze que recomiendo leer con tranquilidad, pues las opiniones de este intelectual merecen un rato de sosiego para poder reflexionar en profundidad sobre ellas.
Si me he decidido a escribir este “post” es por un concepto que trae a colación a propósito de lo que estamos viviendo; este concepto no es otro que la “Concordia”.
Concordia es una palabra cuyo significado, según la RAE, es: “Conformidad, unión” o bien; “De común acuerdo y consentimiento”. Es decir, que no es el resultado de pensar todos igual sino un consenso sobre las bases fundamentales de la convivencia… Y lo estamos perdiendo.
Ortega nos dice que “cuando se rompe la Concordia las pasiones quedan sueltas”. Y, como bien sabemos los que nos dedicamos al estudio de la Gestión de Conflictos, eso nos lleva a la destrucción de los más elementales principios de convivencia; o sea, de aquello que nos permite alcanzar “Acuerdos” para recorrer el camino del progreso dentro de un escenario de sensatez y diálogo para, finalmente, conseguir los consensos que permitan generar mayor riqueza para todos.
Krauze, nos recuerda que vivimos “… una especie de mesianismo laico. Estas formas oscuras y retorcidas del fanatismo religioso en la vida civil; las ideologías y las identidades tomadas como una religión fanática siempre conducen al desastre …”.
Por eso, la sociedad civil; es decir, todos nosotros, tenemos la obligación de estar por encima de aquellos que quieren imponernos el fanatismo (léase populismo) como manera de diseñar nuestro futuro. Somos nosotros, todos aquellos que con esfuerzo, sacrificio, sentido común y una racionalidad que no admite los extremos sino el equilibrio, los que tenemos la obligación de trasladar cada día a los que nos rodean (trabajo, familia y amigos), la necesidad de recobrar la sensatez y retornar a planteamientos donde los extremismos sean denostados desde la ley, el conocimiento y el respeto.
La empresa, ese ente social de incalculable valor para conseguir el progreso, debe servir de ejemplo y demostrar, a través de una gestión escrupulosa con el cumplimiento de la ley, el respeto al ser humano y su talento y la creación de empleo (la forma más válida para crear riqueza), que no solo es posible, sino el único camino válido para dibujar un futuro mejor.
Si dejamos que las empresas se contagien de esta absurda visión de la realidad donde la Discordia sustituye a la necesaria Concordia, entonces sí estaremos perdidos.
Juan Mateo
Director Instituto Superior de Negociación Universidad Francisco de Vitoria.