Uno de nuestros Antiguos Alumnos del Curso de Mediación UFV, Marcelino Abad, quiere transmitirte en qué consiste la mediación y su importancia, no sólo en el ámbito laboral, sino también en el personal con la siguiente carta:
«Cuando llegué a la primera clase del Curso de Experto en Mediación de la Universidad Francisco de Vitoria mis sentimientos eran confusos. Por un lado, las nociones en relación a los métodos alternativos de resolución de conflictos que me habían impartido durante la carrera se presumían claramente insuficientes una vez expuesto el inmenso abanico de posibilidades que se abrían ante nuestros ojos. Por otro, provenía de una carrera, el Grado en Derecho, en la que se entiende el enfrentamiento directo como el modo preferible a la hora de discutir sobre intereses contrapuestos. Fue en ese momento en el que entendí que no tenía ni idea de lo que era realmente la mediación ni de lo que significaba mediar, por lo que el camino a andar parecía realmente complicado. Uno a uno, los profesores que acudían a impartir sus clases nos fueron desvelando la dura verdad: los apuntes, los conocimientos teóricos y las directrices no valen de nada si no eres capaz de entender la mediación en toda su extensión, no como un método de evitar el enfrentamiento judicial sino como un modo de vida. Ese era nuestro primer reto.
Estaba claro que los detractores no tardarían en llegar, todos los escépticos (amigos, familiares, compañeros de profesión…) se esforzaban día a día por hacernos ver que nos estábamos convirtiendo en un puñado de ingenuos. Sin embargo, y por raro que parezca, ese escepticismo era lo que nos motivaba a seguir sumergiéndonos en ese nuevo modo de ver el mundo, más feliz, más tranquilo y más pacífico. Habíamos conseguido borrar todos los prejuicios de nuestra mente, y eso nos permitió descubrir que la sociedad actual es tan combativa que entiende el enfrentamiento como el único modo de solucionar sus conflictos. Todos nosotros necesitamos que alguien nos ofrezca la solución a nuestros problemas, que identifique al bueno y al malo de la historia, al culpable y al inocente. Convencer al mundo de lo favorable de nuestra propuesta era nuestro segundo reto, y aunque parecía imposible poco a poco fue comenzando a tomar forma hasta el punto de que todos los compañeros sentíamos que remábamos en una misma dirección.
Así, y gracias al enorme esfuerzo de nuestros profesores, en el ecuador de nuestra formación como mediadores los cambios eran más que evidentes. Comenzamos a acudir a diversos organismos que ofrecían la mediación como una alternativa a tener en cuenta y pudimos ser testigos de como lo que nos habían estado enseñando durante meses se convertía en una realidad, de que el cambio era posible: personas que llevaban meses sin dirigirse la palabra dialogaban de un modo que jamás creyeron posible, buscaban soluciones y se sorprendían de poder hacer ellos mismos lo que hasta hace poco tiempo habrían delegado en jueces, abogados o árbitros.
Sin embargo, conforme pasaba el tiempo nos fuimos dando cuenta de que el cambio más profundo se había producido en nosotros mismos, los alumnos, que poco a poco comenzamos a utilizar las técnicas de mediación en nuestro día a día. De este modo, cuando en la última clase realizamos un balance del aprendizaje que habíamos adquirido no destacamos toda la información teórica que habíamos recibido de nuestros profesores, que era mucha, necesaria y de calidad, sino la metamorfosis que se había producido en nuestro modo de ver la vida, de entender los conflictos y, por supuesto, de enfrentarlos de un modo constructivo. Y lo más importante, nos dimos cuenta de que éramos más felices actuando de este modo. Por todo esto, me he dado cuenta de que matricularme en el Curso de Experto en Mediación de la Universidad Francisco de Vitoria había sido una de las mejores decisiones de mi vida. No solo me ha proporcionado un nuevo nicho de mercado donde desarrollarme como profesional, sino que me ha hecho darme cuenta de que otra forma de ver el mundo es posible y de que, con esfuerzo, la mediación se convertirá en la opción más lógica a la hora de encarar los problemas que puedan surgir en el día a día.
Por todo lo que he dicho anteriormente, no me queda más que agradecer a los grandes profesionales que dedicaron un tiempo de sus vidas en conseguir ese cambio, transmitiéndonos toda la ilusión y el cariño con el que ejercen su profesión y, sobre todo, prestándonos un poco de la valentía que necesitábamos para afrontar un futuro duro pero apasionante. Espero que algún día podamos devolvérosla».
Marcelino Abad, Antiguo Alumno Curso Mediación