Son muchos los estudios «científicos» que se han publicado, y se siguen publicando, tanto en periódicos como en revistas especializadas, sobre el perjuicio que causan las nuevas tecnologías sobre la salud de las personas. En concreto en esta entrada, nos centraremos en uno reciente, que afirma que la tristeza (patológica) el estrés, y la ansiedad, aumentan considerablemente por culpa de los mensajes instantáneos (Whatsappp), a través de los teléfonos móviles. Este estudio se realizó en la Universidad de Kent State de Ohio (EE.UU). Los expertos descubrieron que «un uso intensificado del móvil influye negativamente sobre los estudiantes, tanto en su rendimiento académico, como en sus niveles de ansiedad y niveles de satisfacción. De este modo, aquellos que realizaban un uso muy frecuente del móvil, tendían a obtener notas mucho más bajas, una ansiedad más elevada y unos niveles mínimos de satisfacción a los que usaban menos el móvil.» (artículo, ABC Tecnología).
Esta relacionado también con lo que llaman «la enfermedad del siglo XXI«: la nomofobia (no–movile-phone phobia). Esta «enfermedad» (aún no reconocida por la OMS) explica los síntomas de ansiedad y miedo irracional a estar sin teléfono móvil, apagado o sin cobertura. Los síntomas se relacionan con un nerviosismo parecido al que se siente el día antes de tu boda, o antes de la visita al dentista.
Esto es motivo de reflexión. Se tendrá que tener en cuenta cómo somos y cómo vamos cambiando y adaptándonos a las nuevas tecnologías, y la vida cotidiana con ellas, tanto laboral como personal. El hecho que de genere estrés e «infelicidad» supone un riesgo para la salud física y mental de las personas, cosa que va en contra de lo que deberían suponer las nuevas tecnologías en la vida cotidiana, que es facilitar la vida, y ganar tiempo.
También es cierto, que otros estudios también prueban que el estrés y los síntomas de «nomofobia» aparecen en mayor medida en las personas que utilizan el teléfono móvil de su trabajo, y que necesitan estar permanentemente conectados por motivos laborales. Esto puede significar que el estrés quizá no sea no estar en posesión del teléfono como aparato, sino que procede del estrés que genera el propio trabajo, que muy probablemente se tendría igual con móvil o sin él.
El problema no dependerá por lo tanto, de las nuevas tecnologías, sino del uso que se hace de ellas. Y si esta «enfermedad» está tan extendida, aún si querer renunciar a los teléfonos móviles (premisa que ni se plantea), quizá habría que valorar un modelo de educación para las nuevas generaciones, denominadas «nativos digitales» adaptado a las nuevas tecnologías, con la base en el buen uso de estos aparatos y en la responsabilidad de su uso. Formando a las nuevas generaciones, la sociedad avanzará en tecnología y, previsiblemente, en la calidad de vida.
Acabamos con una frase muy famosa de Nelson Mandela, a modo de homenaje:
«Education is the most powerful weapon wicho you can use to change the world»
(La educación es el arma más poderosa que se puede utilizar para cambiar el mundo)